
Llora. Sus lágrimas se agotan y las transforma en barro destruyendo el asfalto que nosotros mismos construimos.
Se queja a gritos, pero hay tanto ruido que nadie la escucha. Pierde sus fuerzas en la lucha eterna contra el caos que le destruye.
La llama que prendió, le provoca quemaduras en lo más profundo y ella protesta echando humo. Pareciera que su magia se acabó, pero nadie sabe que permanece.
Ya no deja que vean el brillo de las estrellas, las protege como si fueran parte de ella, temiendo que le abarroten las luces que le alumbran.
Ruge haciéndose oír sobre sus raíces, y se le abren grietas que permanecen durante años.
La tachan de loca. Un día dibuja su vida con los colores más vivos, y al siguiente lo pinta en blanco y negro, lleno de penumbra.
Se adentra en las ciudades en busca de recuperar lo que un día la robaron, inundándolas así con fuertes golpes de su desamparo.
La maquinaria perfecta que se creó en sus adentros sobrepasó los límites de la ambición. Nosotros la destruimos.
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El ser humano se destruye a sí mismo, metódica, concienzudamente.
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Me encanta; y sobre todo ese último par de renglones, es tan potente.
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En nuestro recorrido por este mundo, desde que empezó la civilización, no hemos parado de destruir lo quecera natural, para sustituirlo por una mala imitación hecha por el hombre.
Tal y como tratamos nuestro entorno, nos tratamos a nosotros y entre nosotros…
Me encanta tu Yggdrasil. Si investigas, encontrarás muchos simbolos coincidentes en otras culturas.
Un abrazo.
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Me gusta mucho como expresas tu poesía, me ha gustado leerte
Este en especial me encantó.
Un saludo Elena, y gracias por visitarme.
Besitos
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Eres simplemente genial, me emociona leerte 😉
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Muchas gracias por cada uno de tus comentarios, son muy gratificantes para mí.😘
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