
Nos atrevimos a tocar el cielo sin despegar los pies del suelo, pero fuimos cobardes al no desafiar a la gravedad, al no saber volar con el viento en contra.
Cruzamos cada océano pisada a pisada, y decidimos navegar entre todas las montañas, pero nos faltó hacer una parada en aquel mirador y sentarnos en el banco que siempre nos esperaba vacío.
Trucamos todas las máquinas de los contratiempos, y dejamos los obstáculos en el baúl de objetos perdidos, pero lo que perdimos fue la llave que los protegía y fueron disparados hacia el lazo que nos ataba.
Corrimos hacia todos los atardeceres a campo abierto, y se nos fundían las promesas durante las noches más largas, pero nos quedó sentir el calor del sol al despedirse y contemplar su reverencia hacia la luna.
Paramos cada semáforo que nos intentó detener, y terminamos con todas las prohibiciones que nos limitaban, pero nunca borramos nuestras huellas de las reglas infringidas y no tuvimos el valor de huir de la multitud.
Me llena de pena, de esa pena de vacío sin conexión, sin solución. Cuánto contribuye a nuestra desgracia personal el miedo, ese miedo que no nos permite redondear como se merecen nuestros sueños más colorados…
Me gustaLe gusta a 1 persona
El miedo a vivir….
Me gustaLe gusta a 1 persona