
Tres alarmas, las sábanas pegadas y el café derramado de las 08:00h. Te vuelve a engañar el reloj, como de costumbre.
La ventana abierta que hace que se mueva la cortina, la camiseta que no encuentras, el cordón que se desata. Las llaves se esconden otra vez.
El ascensor estropeado, un octavo piso, la calle que siempre está en obras, el vecino que tiene algo que contar.
El coche con poca gasolina, dos semáforos en rojo y el camión que se te pone delante.
El aparcamiento que no encuentras, el que encuentras con un vado, el que está ocupado por el coche mal aparcado de al lado.
Una calle más, solo un cruce por pasar.
Y yo, haciendo que te creo, te espero a la vuelta de la esquina y sonrío al verte.
Sabiduría y silencios de mujer que nos convierte en ingenuos. Bello relato
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Siempre tenemos un motivo para sonreír. Esto fue lo que me ha hecho pensar tu escrito. Buenísimo
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Muy lindo escrito, me gusta mucho tu manera de escribir.
Yo soy nueva en este medio de expresión y quisiera saber un poco mas para que las personas vean mis escritos y asi mismo me hagan comentarios constructivos. ¿Podrías ayudarme?
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La ilusión del encuentro hace desaparecer el tiempo de la espera.
Mientras esa ilusión permanezca no siquiera harían falta disculpas.
Pero la ilusión también va perdiéndose si no se la cuida…
Lo has dicho muy bonito, real como la vida misma.
Un abrazo
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Me ha encantado.
En la monotonía del día a día las pequeñas cosas que nos hacen sonreír son las más importantes.
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