
Desde que cambié la dirección,
se quedó el mundo en espera.
Lo esperé.
Nunca llegó.
Había motivos para rendirse,
nos metimos en un anticuario.
Sin prisa,
como los complejos que se aferran al espejo,
como cuando necesitas algo
y aparece cuando ya no lo quieres.
Sobrevivimos recostándonos hacia atrás,
y ahora, ya no nos bastan los recuerdos.
Llovió una vez más sobre mojado.
Mientras faltaban intenciones,
intentamos no caer.
A golpes llegamos al suelo,
y el cielo cada vez más lejos.
Tal vez mañana volvamos,
tal vez nos quedemos en un sin sentido.
El sin sentido animal del hombre,
Perdido entre espejos y fútiles deseos.
Dividido, escindido por cabezas,
Buscando ganar.
Y el mundo, tan tranquilo,
Sabiendo que todo él es uno,
Y que sólo el hombre,
pobrecito,
Sigue separado, perdido desde que salió de su camino.
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Tal vez se encuentre la nada,
tras la pausa, atrapada;
y los golpes ya no sean necesarios
ni los suelos ni los cielos.
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Es demasiado triste cuando eso pasa, pero siempre uno debe buscar la forma de romper con eso que llamamos «costumbre». Bonito poema 😀
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MUY BUENO
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